Cuantas veces nos hemos puesto a arreglar nuestro ropero o la habitación en donde colocamos cosas que no se usan diariamente, y nos encontramos con ropa y elementos de los cuales ya deberíamos habernos desprendido hace mucho, pero que sin embargo aún están allí. Y pese a verlos, dejamos nuevamente para otro momento el botarlos diciéndonos que tal vez nos serán útiles en algún momento.
Esta conducta guiada desde lo más profundo de nuestro cerebro, tiene hoy una explicación neurocientífica que nos permite entender sus motivos.
El neurocientífico, Brian Knutson de la Universidad de Stanford estudió este comportamiento tan común a todos nosotros, presentando a un grupo de voluntarios la posibilidad de elegir entre dos regalos, un Ipod o su equivalente en dinero, a mayoría de las personas prefirió recibir el dinero.
Knutson trabajo luego con otro grupo, a los cuales primero les entrego el Ipod y después les ofreció, cambiar el mismo por dinero, en este caso las personas prefirieron quedarse con el Ipod.
Para hacer esta investigación tomó imágenes del cerebro de los voluntarios a través de estudios de resonancia magnética funcional, y observó ciertas actividades cerebrales muy especificas, el núcleo accumbes, un área del cerebro relacionada con el placer, no incrementaba demasiado su actividad al ver el Ipod, lo cual demostraba que no era algo muy atractivo para ellos.
Pero cuando el mismo ya estaba en poder de cada persona, la posibilidad de cambiarlo por dinero mostraba activación del sector derecho de la ínsula, una región que nos alerta sobre la posibilidad de perder algo que nos pertenece.
Esto muestra que podemos apegarnos a las cosas no tanto por lo que nos gustan, sino por temor a perderlas. Nuestro cerebro es el mismo de hace aproximadamente 150.000 años atrás, época en que las posesiones eran escasas y de ellas dependían nuestra garantía de supervivencia, por ello nos hace reacios a dejarlas.
Según Knutson este circuito arcaico aún sigue funcionando en nosotros haciéndonos sobrevaluar nuestros objetos y hacer de nuestros hogares depósitos de viejas cosas.
Afortunadamente si comprendemos este mecanismo que nos hace juntar y guardar elementos que solo ocupan espacio, podemos ejercitarnos en ir de a poco desprendiéndonos de cosas que no nos sirven y que si están en buen estado podrían ser útiles para otros. El beneficio seria doble, modelar nuestros instintos primitivos y ser altruistas algo que le daría a nuestro cerebro un verdadero y elevado placer.
Pablo Sosa - Gricel
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*Gricel*
*Música: Mariano Mores *
*Letra: José María Contursi*
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Hace 10 años
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