martes, 25 de diciembre de 2012

Importante avance contra el cáncer de próstata

El tumor más frecuente en hombres
La Argentina es el 1er. país del mundo en incorporar una nueva alternativa terapéutica previa a la quimioterapia para el manejo del cáncer de próstata avanzado.
El cáncer de la próstata es una enfermedad por la que se forman células malignas (cancerosas) en los tejidos de la próstata.
El cáncer de próstata es la cuarta causa de muerte oncológica en el país.
Es el cáncer más frecuente de todos los tumores que afectan a los hombres, con una incidencia de 58,4 casos por cada 100.000 hombres, según el Instituto Nacional del Cáncer.
Anualmente, se diagnostican más de 13.700 casos nuevos de cáncer de próstata y mueren más de 5.800 hombres por esta causa.
Este tipo de cáncer es el resultado de la malignización de ciertas células de la próstata, una glándula que se encuentra debajo de la vejiga en los hombres y cuya función es producir el fluido seminal.
Aunque suele ser una enfermedad de desarrollo lento, algunos tumores de próstata pueden ser muy agresivos y extenderse a otros órganos (metástasis) de manera precoz.
El tratamiento de esta patología depende del estadío en el que se la diagnostique, pero las posibilidades terapéuticas incluyen a la prostatectomía (extirpación quirúrgica de la próstata), el bloqueo hormonal o la radioterapia.
En cuanto al cáncer de próstata avanzado, el objetivo primordial del tratamiento es el bloqueo de la acción de los andrógenos como la testosterona, ya que esto posibilita la regresión del tumor, cuyo desarrollo es estimulado por esta hormona.
Pero muchos pacientes que responden inicialmente a tratamientos que bloquean la producción de testosterona, con el tiempo vuelven a producir esa hormona, lo que reactiva la enfermedad.
Así, hasta ahora se recurría a la quimioterapia para tratar aquellos casos en los que la enfermedad se convertía en resistente a la castración, es decir, en los pacientes que a pesar de la terapia recibida el cáncer siguió avanzando y tienen agotadas las posibilidades de realizar o continuar con el bloqueo hormonal.
Sin embargo, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) ha ampliado la indicación del acetato de abiraterona, el 1er. medicamento hormonal contra el cáncer de próstata avanzado resistente a la castración y que se ingiere de forma oral, al que había dado luz verde a principio de este año, y ahora también acepta su uso antes de recurrir a la quimioterapia, según se anunció durante el Congreso Argentino de Urología, en noviembre.
Así, la Argentina se convirtió en el 1er. país del mundo en aprobar esta opción terapéutica, antes de las aprobaciones por EMA (European Medicines Agency -), obtenida el 15/11 y por la FDA (US Food and Drug Administration), anunciada el 10/12.
“Muchas veces, los quimioterápicos son eficaces a un costo muy alto de efectos secundarios para el paciente. Eso es una limitante a la hora de prescribir el tratamiento: hay personas que ya sea por su edad o por su estado general, no van a ser candidatos a utilizarlos. Contar con un medicamento que no tenga tantos efectos secundarios y que obtenga prácticamente los mismos efectos, es un beneficio muy importante. Y la abiraterona lo logra, puesto que consigue prolongar la supervivencia y mejorar el estado general del paciente con un riesgo relativamente pequeño”, explicó Carlos Hernández Fernández, especialista en urología de la Universidad Autónoma de Madrid.
La ANMAT había aprobado a comienzos de 2012 el uso del acetato de abiraterona en pacientes con cáncer de próstata avanzado en quienes el bloqueo hormonal había fracasado, lo que significó un gran avance ya que hasta ese momento los tratamientos disponibles en esta instancia eran sólo quimioterapias endovenosas (docetaxel, mitoxantrona y cabazitaxel).
Pero el acetato de abiraterona no sólo es beneficioso porque se lo puede ingerir oralmente, en una sola toma diaria, sino que además se trata de una droga que bloquea una enzima clave para la producción de testosterona -la CYP17- y cuyos estudios clínicos demostraron que en la terapia estándar de pacientes con tumores hormono-resistentes extiende en un 35% la sobrevida global.
Uno de los aspectos más destacables de esta nueva droga, que la diferencia de otros tratamientos oncológicos, es que posee un mecanismo de acción novedoso, con beneficio en la sobrevida global y con un perfil de toxicidad aceptable.
“Hasta hace relativamente poco, la expectativa de vida para los pacientes que etiquetábamos con una enfermedad resistente a la castración era muy corta. Por lo tanto, nuestro primer desafío era intentar alargar esa expectativa, y hacerlo con una mejor calidad de vida. En este momento, los urólogos contamos con nuevos fármacos que nos están sirviendo para intentar llegar a ese objetivo”, reflexionó Hernández Fernández.
“Si bien sabemos que ningún fármaco por ahora cura la enfermedad, el gran beneficio de poder usar abiraterona antes de recurrir a la quimioterapia es que se logra prolongar la expectativa de vida con menos efectos adversos, como problemas a nivel óseo o hepático. Además, con ella no se acaban las posibilidades terapéuticas sino que la persona luego puede ser tratada con quimioterapia posterior y, por lo tanto, seguir ganando meses -incluso años- de vida, que es el objetivo en estos pacientes”, concluyó el urólogo.
 


miércoles, 5 de diciembre de 2012

La felicidad evoluciona según la edad



Cuando se trata de la felicidad, parece que los jóvenes y viejos poseen el secreto. Y que lo que vale para los humanos también se cumple en los primates.
¿Cómo cambia la felicidad según la edad?
La mayoría de la gente asume que de niños disfrutamos una existencia despreocupada, pasamos a la miserable confusión de la adolescencia y recuperamos la felicidad cuando entendemos todo y nos asentamos, sólo para hacernos más gruñones y solitarios con cada arruga y cana adicional.

Totalmente incorrecto.
Resulta que la felicidad es mucha en la juventud, pero decae sostenidamente para llegar a su punto más bajo cuando llegamos a la cuarta década: la llamada crisis de la mediana edad. Entonces, milagrosamente, nuestro sentido de la felicidad mejora y va aumentando conforme envejecemos.

¿Será la mediana edad aquella en la que los seres humanos son más infelices?
Este patrón en forma de U de la felicidad a lo largo de la vida ha sido observado en todo el mundo, desde Suiza hasta Ecuador, Rumanía y China. Se ha documentado en más de 70 países, encuestando a más de 500.000 personas, en países desarrollados y en desarrollo.

¿Cómo se explican estos hallazgos contrarios a la intuición?
¿Tiene que ver con balancear a los hijos con la carrera cuando llegamos a los 30 y 40 años? Aparentemente no. Incluso contando la presencia de los niños en la casa, permanece el patrón de la felicidad.

¿Quizás se debe a diferencias generacionales? Pero los estudios no seguían a los mismos individuos a lo largo de la vida, sino a varios de distintas edades.

¿Será que los adolescentes y ancianos son más felices que los de mediana edad porque nacieron en tiempos mejores? No, esto no parece afectar el patrón. También persiste al contar otros factores demográficos, incluidos estado civil, educación, empleo e ingresos.

La felicidad, una monada
Hace apenas un mes, un grupo encabezado por el profesor Andrew Oswald, de la Universidad de Warwick, reportó que la felicidad de nuestros primos en la evolución -los grandes simios- también sigue el patrón en U durante su vida.
Por supuesto, los simios no pueden evaluar su satisfacción en una escala de 1 a 10. Pero el bienestar de 508 monos fue calculado a través de sus cuidadores humanos. Los simios, como los humanos, eran menos felices durante la mediana edad.

Los gorilas y otros simios también sufren de la crisis de mediana edad.
La existencia de una crisis en esa etapa de la vida del simio fortalece la noción de que el patrón de la felicidad en la vida no se debe a factores socioeconómicos. Esto deja dos probables explicaciones.
Primero, "la supervivencia de los más felices": se sabe que la felicidad se relaciona con la longevidad. Es decir, los más felices viven más, mientras que los pesimistas mueren prematuramente, posiblemente porque se estresan más.
Por tanto, los ancianos que quedan para las pruebas de los científicos deberían ser más felices que los de 30 o 40 años. Pero esto sólo explica la segunda parte de la U.

Segundo, la U podría plantearse tanto en humanos como en simios, debido a similares cambios en la estructura cerebral relacionada con la edad que influyen en la felicidad. Una parte de nuestro cerebro que cambia considerablemente en las primeras dos décadas de vida, conforme avanzamos hacia la vejez, es el lóbulo frontal.

Malas noticias
Nuestros lóbulos frontales maduran a mediados de los 20 años y comienzan a deteriorarse a los 45. Esto significa que mientras nos desarrollamos, aumentamos lentamente alguna función, que posteriormente perdemos.
Una de esas funciones es nuestra habilidad para aprender de malas noticias.
Mis colegas y yo hemos encontrado que la gente tiende a descontar la relevancia de información indeseable (el alcohol es malo para el hígado) pero está lista para las buenas noticias (el vino tinto es bueno para el corazón). Así, cuando los fumadores ven advertencias en paquetes de cigarrillos, piensan: "Sí, fumar mata, pero sobre todo a los demás".

Igualmente, cuando escuchamos que el mercado inmobiliario está subiendo, pensamos: "¡El valor de mi casa se duplicará!".

Usando técnicas de diagnóstico por imagen cerebral descubrimos que la tendencia a descartar malas noticias se relaciona con la forma en que las regiones del lóbulo frontal codifican información negativa inesperada.

Podría pensarse que descartar malas noticias puede causar problemas a la gente, por ejemplo, fumando más y ahorrando menos. Hay algo de cierto en esto, pero también es bueno para nuestra salud mental.

La felicidad alrededor del mundo
El patrón en forma de U es global, pero la edad en la que la felicidad es menor varía según el país
La felicidad llega a su punto más bajo a los 35,8 años en Reino Unido, una década más tarde en Estados Unidos, y a los 64,2 en Italia
Los ciudadanos estadounidenses son menos felices cada diez años desde 1900; en Europa, la felicidad declinó hasta 1950 y desde entonces se incrementó sostenidamente.
 Las mujeres son menos felices a los 38,6 años como promedio; los hombres a los 52,9

Nuestra investigación muestra que la exitosa incorporación de malas noticias se relaciona con la depresión. Descartarlas, como solemos hacer, presumiblemente nos permite tener una visión prometedora del futuro que, aunque no sea necesariamente realista, nos mantiene felices.
Pero la tendencia a descartar malas noticias también sigue el patrón en U durante nuestra vida. Los niños, adolescentes y ancianos descartan información no deseada más que los adultos.
El cambio en los lóbulos frontales parece reflejarse en nuestra capacidad de aprender de las malas noticias, que a su vez pueden conducir a diferencias en la felicidad según la edad.

Así, la felicidad puede tener un precio: una menor capacidad de asumir información no deseada.
Esencialmente, esto significa que podríamos necesitar volver a encuadrar campañas de salud y seguridad, especialmente dirigidas a los jóvenes y ancianos. En lugar -o además de- etiquetar un paquete de cigarrillos con las palabras "FUMAR MATA", podríamos poner "80% de quienes tratan de dejar de fumar lo logran".
Y en vez de subrayar los riesgos de cáncer a la piel en un frasco de bronceador, podríamos resaltar los beneficios del protector solar: menos arrugas, piel más saludable.

¿Menos gente buscará otro cigarrillo al enfocarse en normas sociales? ¿Más gente se protegerá de los rayos ultravioletas cuando enfatizamos lo positivo? Hay que probar cada caso.
Dado que sabemos que la gente tiende a responder a advertencias diciendo "es improbable que me ocurra" y a la posibilidad de un futuro glorioso con "¿por qué no yo?", hay razones para creer que sí.

Tali Sharot es autora de "El optimismo irreal" y "La ciencia del optimismo".