viernes, 15 de enero de 2010

El manuscrito Voynich

Wilfrid Michael Voynich (1865- 31 de octubrn bibliófilo lituano, nacionalizado norteamericano (su nombre auténtico fue Michal Wojnicz o Wojnics), nacido el 31 de octubre de 1865 en Telschi, provincia de Kaunas (o Kovno), en la actual Lituania. Graduado en química y licenciado en farmacia, estudió en las Universidades de Varsovia y San Petersburgo doctorándose por la Universidad de Moscú.
Acosado por diversas complicaciones políticas (abogó por la independencia de Polonia del yugo ruso) fue encarcelado y en 1885 deportado a Siberia; soportó este suplicio mientras cinco años hasta que se fugó en 1890: huyó a Alemania y se escondió en Hamburgo. Según relató en su biografía vendió su abrigo y sus anteojos para, con la mísera suma que le dieron por ellos, “comprar un pasaje de tercera clase en un barco de carga que transportaba fruta a Londres, un arenque ahumado y un pedazo de pan para acallar el hambre”.
Ya asentado en Londres conoció a una joven irlandesa llamada Ethel Lilian (1864-1960), la quinta hija del matemático y filósofo George Boole con quien se casó en 1902: ambos pasaron bastante tiempo escribiendo y enviando a Rusia literatura revolucionaria y traduciendo al inglés las obras de Marx, Engels y Plejanov (según sus biógrafos hablaba 18 lenguas, aunque todas igual de mal).Obtuvo la ciudadanía británica en 1904 y anglicanizó su nombre, que transformó en Voynich, aunque en sus viajes al continente solía utilizar las partículas “de” y “von” para impresionar a sus clientes.
Por esa época inició a interesarse por los libros, manuscritos y catálogos antiguos: prosperó muy rápidamente (aún no está muy claro el origen de sus recursos baratos iníciales) y estableció un importante comercio de libros raros en Soho Square adonde acudían muchos coleccionistas para conseguir libros descatalogados, raros, incunables o imposibles de encontrar.
En 1912 halló en la biblioteca del colegio jesuita de Villa Mondragone, Italia, el manuscrito que hoy lleva su nombre y que compró a bajo precio junto con otros manuscritos y libros antiguos (parece ser que la orden necesitaba desesperadamente el dinero para arreglar el colegio); intentó descifrar su contenido remitiendo copias del mismo a diversos expertos, aunque sin resultado alguno.
En noviembre de 1914, a punto de iniciar la guerra, embarcó en el célebre paquebote SS Lusitania —hundido por un submarino mientras la contienda— y se mudó a Nueva York con parte de su gran colección de libros, donde siguió con su oficio de librero especializado en textos raros hasta su fallecimiento en 1930. (Con el tiempo prosperó tanto que llegó a abrir oficinas y delegaciones en París, Florencia y Varsovia).
Se le considera uno de los presuntos autores del Manuscrito Voynich no sólo puesto que siempre ocultó el sitio en donde pretendió “encontrar” el manuscrito (”un castillo en el Sur de Europa” según su versión oficial, “situado en Austria” según sus comentarios a Newbold) más bien puesto que tenía amplios conocimientos de química, era experto en obras raras, manuscritos, incunables y en poco tiempo llegó a ser, sin experiencia previa alguna, una gran figura en este difícil campo.
Es posible —aunque hoy ya no se puede comprobar— que su fino olfato para las buenas compras (y posteriores mejores ventas) se basase en su capacidad para convencer a un ignorante propietario, siempre necesitado de liquidez, del escaso valor de los “viejos libros” que pretendía venderle… “viejos libros” por los que algún rico caprichoso pagaría después, en la tranquilidad de su tienda, una auténtica fortuna.

En 1912 el librero inglés Wilfrid Voynich descubrió en la vieja biblioteca del colegio jesuita de Mondragone, cerca de Roma, un extraño documento: un rarísimo manuscrito depositado allí 250 años antes por el famoso erudito, jesuita y criptólogo alemán Athanasius Kircher (16011680). El documento, al que según su numeración le faltaban 28 páginas, era un volumen con gruesas tapas de pergamino (en formato 27 por 15 cm) que conservaba todavía 230 páginas de texto manuscrito fácilmente legible; en él podían verse dibujos con tinta de color que representaban extrañas flores, esquemas astrológicos, “mujercitas” desnudas bañándose en extraños lagos de tinta, algo que semejaban intestinos o tubos, arabescos, estrellas y otros extraños diseños no identificados.


Según una carta que le acompañaba fechada en agosto de 1666, Kircher lo habría recibido de su antiguo alumno Johannes Marcus Marci, rector de la Universidad de Praga, ya que el libro habría formado parte de la biblioteca del emperador Rodolfo II (15521612), gran aficionado al ocultismo y las artes mágicas, quien lo habría adquirido en el año 1586 por la nada despreciable suma de 600 ducados. Kircher no logró traducirlo: lo mismo le había ocurrido años antes al sabio Johannes de Tepenecz (Jacobus Horcicky de Tepenecz alias Sinapius, 1575-1622), alquimista checo de humilde origen que llegó a ser responsable de la farmacia real y favorito del emperador Rodolfo II, quien incluso llegó a dejar su firma en uno de los márgenes cuando el libro pasó a ser propiedad suya a la muerte del emperador. Kircher, ante su completo fracaso, depositó el manuscrito en una biblioteca de los jesuitas para que los eruditos de tiempos posteriores lo estudiasen. Allí estuvo olvidado casi 250 años sin que nadie lo leyese.
El emperador Rodolfo, aficionado a la magia y a la alquimia, los relojes y las excentricidades, fue el mecenas de gran cantidad de sabios, místicos y eruditos de todo tipo (muchos de ellos simples estafadores sin escrúpulos) que pasaron por su corte en gran cantidad y con muy distintos propósitos; fue también el patrón del gran astrónomo danés Tycho Brahe —a quien cedió en 1599 el castillo de Benatek para sus estudios estelares— y posteriormente lo sería del matemático imperial Johannes Kepler. Algunos años antes (15841588) su corte habría recibido fugazmente al matemático, erudito, criptógrafo y espía inglés John Dee quien, posiblemente (aunque sin ninguna seguridad), fuese quien le hiciese entrega del manuscrito después de haber intentado traducirlo en vano.

El manuscrito Voynich - 1ª Parte

El documento, según su aspecto y contenido superficial, parecía un completo herbario, una obra de alquimia o incluso un tratado astrológico tardomedieval aunque algunos detalles de los dibujos (como los peinados) parecían acotar el período de su elaboración entre los años 1470 y 1550 tal como D’Imperio hizo notar acertadamente en 1976. Tras reconocer en él un valioso documento Voynich pidió a los más afamados criptógrafos y especialistas de la época una traducción de su contenido, poniendo en circulación fotografías del documento; desgraciadamente ninguno de ellos logró encontrar una solución válida: en el manuscrito se podían reconocer constelaciones (como las Híades, Tauro y la brillante estrella Aldebarán), aparecían diagramas astronómicos y se representaban plantas desconocidas o imaginarias, pero no había nada que aportase pistas fiables o arrojase más luz sobre el asunto.

El manuscrito Voynich - 2ª Parte

A la muerte de Voynich (1930) el manuscrito pasó a ser propiedad de su esposa Ethel Lillian quien, ajena a la controversia sobre su contenido, lo guardó en la caja fuerte de un banco hasta su fallecimiento en 1960. Ese año sus albaceas lo subastaron y fue adquirido por el librero Hans P. Kraus, quien lo puso a la venta por nada menos que 160.000 dólares de la época; quizá debido a que no encontró ningún comprador (era excesivamente caro si sólo contenía un herbario) en 1969 lo donó a la Biblioteca Beinecke de Manuscritos y libros raros (Universidad de Yale), en donde permanece custodiado y puede ser admirado en la actualidad.

El manuscrito Voynich - 3ª Parte

El análisis de una página del manuscrito pone de manifiesto que ha sido escrito en algún tipo de “clave” desconocida (esto es, ha sido encriptado), pero es que además el documento está cifrado: ha sido escrito en caracteres distintos a los latinos que todos usamos, idioma o lengua que ha sido bautizada con el nombre de voynichés. D’Imperio indicó que algunos de estos caracteres son de clara procedencia alquímica (como los signos 4, 4º, 8 ó 2), otros tienen relación con la astrología y otros pocos son abreviaturas latinas medievales sin duda alguna.

Documental sobre El manuscrito Voynich - 1ª Parte

Documental sobre El manuscr Voynich - 2ª Parte

Documental sobre El manuscrito Voynich - 3ª Parte

Documental sobre El manuscrito Voynich - 4ª Parte

1 comentario:

  1. Me permito presentar al estimable lector, los valores fonéticos correspondientes al renglón 8 de la página 1-r del Manuscrito Voynich, descifrables mediante griego, asímismo presento la versión a castellano; SA ZO ISON IRIOS IS OSE SA SOOS LIOS E; Sano vivió del mismo modo en Iri(río de Paflagonia), con vigor diariamente; sano, con vida de león, ciertamente. Saludos.

    ResponderEliminar