Una fractura de brazo es, sin duda, una inconveniencia, especialmente por el tiempo que debemos pasar con yeso y sin poder usar esa extremidad.
El cerebro se adapta para que la mano no inmovilizada pueda funcionar mejor.
Pero una nueva investigación revela que una fractura, más que una incomodidad, podría traernos beneficios.
Cuando el brazo inutilizado es el que usamos para llevar a cabo nuestras actividades diarias -si somos diestros el derecho, si zurdos el izquierdo- el cerebro se adapta rápidamente, en una o dos semanas, para que podamos utilizar con más habilidad el otro brazo.
Eso fue lo que descubrieron los científicos del Hospital Universitario de Zurich, Suiza.
El estudio, publicado en Neurology, fue llevado a cabo con 10 pacientes que habían acudido al Departamento de Cirugía y Traumatología del hospital para ser sometidos a análisis después de haberse fracturado el brazo derecho.
Todos los participantes habían sido enyesados o el brazo se les había colocado en un cabestrillo y por lo tanto tenían restringido el movimiento de su mano derecha.
Durante el período de restricción debían utilizar la mano izquierda para las actividades diarias como comer, cepillarse los dientes o escribir.
Para la investigación, los participantes fueron sometidos a un escáner cerebral de MRI a las 48 horas de haber sufrido la lesión y a otro escáner 16 días después de que el brazo había quedado inmovilizado.
Y también sometieron a los participantes en ambas ocasiones a pruebas de habilidades motoras finas con la mano libre, la izquierda.
Reorganización
Posteriormente los investigadores del Departamento de Neuropsicología de la misma universidad analizaron ambos escáneres para observar si había habido cambios en los cerebros de los participantes.
En particular los neuropsicológos analizaron cambios en las regiones del cerebro involucradas en las habilidades motoras, como el volumen de la materia gris y la blanca.
Los científicos observaron que en el segundo escáner, dos semanas después de la fractura, se había reducido el volumen de la materia gris y la blanca del hemisferio cerebral izquierdo, el cual controlaba el brazo derecho inmovilizado.
Y la materia cerebral en la región responsable de las funciones motoras finas que controlaban el movimiento de la mano izquierda se había incrementado.
Tal como explican los científicos, esto muestra "una rápida reorganización del cerebro que permite a un individuo que usualmente es diestro, por ejemplo, transferir sus habilidades a la mano izquierda mientras sana el brazo derecho".
Según el profesor Nick Langer, uno de los autores del estudio, "en un espacio corto de tiempo, la inmovilización de la mano derecha cambió las regiones sensoriales y motoras del cerebro".
La mejoría en las habilidades motoras, explica el investigador, está directamente relacionada con los cambios anatómicos: entre mejores son las habilidades motoras finas de la mano izquierda, más materia cerebral está presente en la región motora cerebral derecha.
"Es interesante que las capacidades motoras finas de la mano izquierda mejoraron considerablemente durante los 16 días que la mano derecha estuvo restringida" dice el profesor Lutz Jäncke, otro de los autores de la investigación.
La investigación, afirman los científicos, no sólo ofrece información interesante sobre la forma como el cerebro se reorganiza.
Esto también podría tener un impacto en el tratamiento de personas que han sufrido un accidente cerebrovascular, como un derrame, con el cual pierden funciones en regiones específicas del cerebro.
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