lunes, 19 de octubre de 2009

HOY 19 DE OCTUBRE DEL 2009 CUMPLE 81 AÑOS EL CACIQUE PATORUZÚ

Patoruzú (originalmente Curuguá-Curiguagüiguá) apareció el 19 de octubre de 1928 en el diario Crítica, en “Las aventuras de Don Gil Contento", quien luego pasaría a llamarse Isidoro Cañones. Desde el principio, este cacique tehuelche ganó la adhesión de los lectores. El 17 de octubre el diario anuncia que “Don Gil Contento adoptará al indio Curuguá- Curiguaguiguá”. El 18: “mañana debuta el indio Curuguá- Curiguaguiguá”. El 19, en el primer cuadro, asomándose desde la puerta de un tren carguero, el indio grita: “¡guagua pirague!, ¿vos sos meu mentor, chei?. Curuguá- Curiguaguigua te saluda”, a lo que gilito le contesta: “¡por fin llegaste Patoruzú! te bautizo con ese nombre porque el tuyo me descoyunta las mandíbulas”. Lo cierto es que muzio Sáenz peña, dueño del diario, tras los anuncios sugirió a Quinterno que cambiará el nombre porque era difícil de recordar. El nombre Patoruzú surge de un caramelo que por entonces se vendía en farmacias, la pasta de oruzú. Se anuncia que “el último tehuelche gigante de la patagonia llega a buenos aires, acompañado de su avestrúz Carmela". Pero la historieta dura pocos días, la tira fue levantada el 21 de octubre de 1928. En diciembre de 1928 pasa a La Razón, la tira es llamada don Julián de Montepío. Cuenta las andanzas de un “vivillo porteño, playboy de chantecler con aires de millonario industrial y comercial". Durante años las aventuras de Don Julián, su novia Lolita y su vallet Cocoa están en la última página hasta que llega Patoruzú. El 27 de septiembre de 1930 explica la razón; “he aquí que de la noche a la mañana Julián se encuentra apadrinando a un indio del sur por una curiosa herencia de un tío, el finado rudesindo. Julián pasa con el tiempo (en 1935) a ser Isidoro Cañones. En ese año tiene cambios. Patoruzú es ahora el último vástago de los tehuelches, hijo de un rico cacique de la patagonia, quien al morir deja al huérfano en manos del tío rudecindo. Éste, al sentirse morir, manda al indio ingenuo y lleno de oro a buenos aires, bajo la tutela de Julián. La imagen es la misma de crítica, bajando del tren carguero pero el avestruz es macho, y se llama Lorenzo. Julián, al ver la fortuna de su ahijado, busca apoderarse de ella haciéndole creer a Patoruzú que las pepitas están embrujadas. El indio se está convenciendo cuando un peón del tío rudesindo (que le explica el verdadero valor de las monedas) lo salva del padrino. Con el paso de los días, sospechosamente Lorenzo termina asado en un restorán. Poco a poco el indio va apoderándose de la historieta, por el interés de la gente. Sobre exposición y diferencias con la razón, alejaron a quinterno del diario. Decidió llevarse a su personaje invitado al diario El Mundo, donde gracias a su amigo Sáenz Peña, ya venía publicando otra tira protagonizada por un oficinista tímido y muy burrero - Isidoro Batacazo-, para acompañar la pagina con los resultados de las carreras de caballos. La razón se quedo con Julián de monte pió, re publicando tiras viejas.
A partir del 15 de diciembre de 1935, cuando debuta en el diario El Mundo, Patoruzú deja de ser la invención de un dibujante para adquirir la autonomía equivoca de un personaje-persona. Esta Dualidad, característica de los personajes de historieta cuando llegan a coagularse en el imaginario de los lectores, conforman en Patoruzú una trama de vaivén donde el indio patagónico de origen tehuelche muestra reacciones y sentimientos que desbordan la simplificación del arquetipo. A su vez, en un mecanismo de ida y vuelta, este desplazamiento se reinvierte toda vez que el hombre serio y de principios honestos se ve forzado a apelar a su condición de salvaje dejando que se le despierte el indio. Patoruzú se encarna siempre en una misma imagen donde conviven el indio iracundo con un modelo civilizado de un hombre decente y generoso. El desembarco definitivo de Patoruzú en Buenos Aires (y en la historia consagratoria de la historieta), está resuelto con sencillez: un indio -a la manera de un inmigrante del interior- se instala en un hotel y decide salir a dar una vuelta por el puerto. Al ingresar al diario El Mundo, el 11 de diciembre de 1935, Quinterno se llevara consigo a su personaje. En Un comic argentino Lipzyc afirma que, en forma práctica, Dante Quinterno crea así el primer sindicato de historietas. Se refiere al hecho de que Quinterno realiza la primera reventa de una historia, reteniendo el copyright del personaje a su nombre: Sindicato Dante Quinterno. Derechos Reservados. Hasta ese momento, los personajes creados por los dibujantes para el mercado nacional de la historieta (en este caso Don Gil Contento para Crítica y Don Julián de Montepío para La Razón) quedaban como propiedad del diario. Así, podemos leer copyright por crítica - Prohibida la reproducción debajo del título, así como en el borde inferior del cuadro, en la grafica de aventura de Don Gil Contento. Este hecho implicaba una explotación discrecional de las tiras por parte de los diarios, que podían utilizar los personajes para publicitar productos, o revender las historietas al interior o exterior del país. La Única salida para el dibujante era abandonar la creación de la tira, retirándose de la empresa. Al renunciar a sus trabajos en Crítica y en La Razón, ambos diarios se quedaron con los derechos de las tiras publicadas, pero perdieron al creador del personaje y la posibilidad de realimentar nuevas aventuras. Podían apelar a refritos o reconstrucciones, utilizando también algún material que había permanecido inédito. Sin embargo, en el caso de La Razón, las cosas sucedieron de otra manera. Don Julián de Montepío quedo como propiedad del diario, pero Patoruzú fue considerada por Quinterno como su propiedad. La advertencia que se lee al pie de la tira -Está prohibida la reproducción de toda índole de cualquier personaje de esta historieta. Ley 7092- fue aprovechada por Dante Quinterno para modificar las reglas del juego. El creador se repropiaba de su criatura.

1 comentario:

  1. Que bueno festejarle el cumpleaños a Patoruzú, que nos ha deleitado tantas tardes de nuestra infancia.
    Gracias Rantes, muy bueno el blog

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