jueves, 14 de julio de 2011

Mayo Clinic desarrolla páncreas artificial para aliviar la carga de la diabetes

Los 25,8 millones de personas que padecen diabetes en Estados Unidos y millones más en el resto del mundo pronto podrían liberarse de los pinchazos en los dedos y de las dosis diarias de insulina. Los endocrinólogos de Mayo Clinic, doctores Yogish Kudva y Ananda Basu, se encuentran desarrollando un páncreas artificial que proveerá automáticamente la insulina con una precisión personalizada nunca antes lograda.

Como parte de este esfuerzo, los doctores Kudva y Basu presentarán los últimos descubrimientos sobre la manera como los movimientos mundanos cotidianos afectan al azúcar sanguíneo, durante la reunión de la Asociación Americana de la Diabetes a realizarse este mes en San Diego.

“No se habían examinado los efectos de una actividad física de baja intensidad que imita las actividades de la vida cotidiana, midiéndolos con acelerómetros precisos sobre la variabilidad de la glucosa en la diabetes tipo 1”, acota el Dr. Kudva.

Entre los últimos hallazgos está el hecho de que hasta una cantidad mínima de actividad física después de las comidas repercute profundamente sobre los niveles de azúcar sanguíneo entre quienes padecen diabetes tipo 1. “A pesar de que se esperaría ese resultado, quisimos saber hasta qué punto este fenómeno se presentaba entre los diabéticos tipo 1”, añade el Dr. Kudva.
Los diabéticos que participaron en actividad física de bajo grado después de comer mostraban niveles de azúcar sanguíneo cercanos a los de las personas cuyo páncreas funciona al 100 por ciento. Sin embargo, quienes permanecieron sedentarios después de la comida, presentaron niveles elevados de azúcar sanguíneo.

Los científicos planifican incorporar estos hallazgos en un páncreas artificial desarrollado en Mayo Clinic. El “sistema de circuito cerrado” en desarrollo incluye un monitor del azúcar sanguíneo, una bomba automática de insulina, un juego de monitores de actividades que se adhieren al cuerpo y una unidad de procesamiento central.
Los ensayos clínicos de los páncreas artificiales posiblemente empezarán en noviembre, con un puñado de voluntarios hospitalizados. Los participantes en el estudio seguirán dentro de la Unidad de Investigación Clínica de Mayo una dieta estricta, así como regímenes de ejercicio y administración de insulina. Luego, se ingresarán los datos a un algoritmo para la administración de insulina, el cual imita el proceso natural del organismo para controlar y responder a los niveles de glucosa en el torrente sanguíneo.

“La actividad física mejora la acción de la insulina, disminuyendo la concentración de glucosa en la sangre”, explica el Dr. Kudva. “La detección de la actividad física en tiempo real, junto con la muestra de su efecto sobre la dinámica de la glucosa, es fundamental para diseñar un sistema automático de entrega de insulina”.

El Dr. Kudva y otros científicos de Mayo han trabajado durante casi 15 años en varios aspectos de la diabetes y de la obesidad. Además, colaboran en el páncreas artificial y desarrollan un algoritmo que permitirá a los pacientes gozar de tranquilidad mental al eliminar de su rutina cotidiana el cuidado de la diabetes.

El Dr. Basu presentará los descubrimientos sobre el hecho de que, entre los adultos sanos, los niveles de azúcar sanguíneo disminuyen más rápido en la mañana que a la hora de la cena, lo que plantea que la acción natural de la insulina tiene un patrón diurno. Propone, además, estudiar más a fondo este fenómeno y su posible incorporación dentro del algoritmo que dirige el “sistema de circuito cerrado”.

La investigación se financió gracias a subsidios de los Institutos Nacionales de Salud.

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