Como tu hijo adolescente no hay dos: como la mayoría de los padres lo consideras capaz, inteligente, lleno de potencial y con toda una hermosa vida por delante. Por eso te sorprende y te preocupa que se retraiga, que no tenga amigos, se agobie con las responsabilidades del colegio o se sienta inútil, feo o que nadie – ¡ni siquiera tú! – lo quiera. ¿Qué puedes hacer tú en el proceso?
Aquí te brindo unos cuantos consejos.
Ya Luisa no sabe qué hacer. Su hija de 14 años le preocupa enormemente. Casi no se comunica con ella, se encierra en su mundo por horas y no tiene amigas. Todos los comentarios sobre si misma son negativos: se considera torpe, fea e incapaz de hacer nuevas amistades. Y en cuanto a la escuela, peor: “¿Para qué estudiar si de todas formas no voy a pasar el examen?” ¿Qué puede hacer Luisa para ayudar a su hija? ¿Cómo hacerle ver que nadie la odia ni la rechaza y que todo eso está en su mente? Los padres de los adolescentes, sobre todo los que se muestran ansiosos e inseguros, se hacen ésa y otras preguntas similares muchas veces. Para aliviar la situación, aquí encontrarás unos cuantos consejos útiles.
Entrenando a tu hijo a manejar sus sentimientos de ansiedad y de inseguridad
¿Qué hace un entrenador deportivo? Le brinda al atleta o al jugador su experiencia en el campo de juego, le ayuda a ejercitarse físicamente, le enseña a jugar dentro de un equipo y a dar lo mejor de sí mismo, pero a la hora del partido, tiene que dejarlo ir solo al terreno de juego a enfrentarse a su oponente. Tu función como padre es parecida: debes enseñarle a volar, pero tu hijo debe emprender el vuelo por sí mismo. Si se muestra ansioso, tu deber es ayudarlo a lidiar con su ansiedad, pero tienes que dejarlo experimentar y a aprender de esos momentos de frustración por sí solo. Se dice fácil, pero la realidad puede resultarte abrumadora. La tarea se te facilitará si tienes en cuenta lo siguiente:
1. Controla tus propios sentimientos: si tu hijo se muestra ansioso o inseguro, lo primero que tienes que hacer es controlar tus propios sentimientos de ansiedad relacionados con tu hijo. ¿Te preocupa que no pueda pasar un examen? ¿Qué sufra por los comentarios de sus compañeros de la escuela? Aunque te resulte difícil, tienes que alejarte emocionalmente de la situación para poder prestarle apoyo. Para aliviar tu propia ansiedad, comparte tus sentimientos con tu pareja, con una amiga o con un familiar de confianza. Cuando verbalizamos una situación, podemos analizarla más objetivamente. Si tu hijo se queja de una situación real o imaginaria, trata de mostrarte lo más tranquilo(a) posible y ayúdalo a enfocarla de forma positiva.
2. Demuéstrale mucho amor y comprensión: es la mejor medicina para cualquier problema, especialmente para los adolescentes. Incluso cuando tu hijo pueda decirte frases muy hirientes, está lidiando con sus propias ambivalencias y temores. Repítele hasta el cansancio que lo amas y que cuenta con todo tu apoyo de forma incondicional. Demuéstralo con acciones: dedícale tiempo e invítalo a desahogar lo que le preocupa. Si recuerdas algún momento de tu propia vida en la que pasaste por una experiencia similar (una discusión con las amigas, la ruptura con un enamorado, dificultades en la escuela), cuéntasela y dile también como la solucionaste.
3. Ofrécele apoyo pero déjale su propio espacio: lo más fácil del mundo es pasar esa raya tan sutil en la que los padres invaden la privacidad del hijo. Tienes que aprender a “leer” los mensajes de tu hijo para saber cuándo quiere hablar o cuando prefiere estar solo. No lo interpretes como un rechazo, sino como parte de su propio proceso de independencia.
4. Enfatiza sus puntos positivos y lo que hace bien: a veces, tratando de ayudar, somos demasiado críticos y exigentes y nos olvidamos de resaltar lo positivo de la otra persona, especialmente los hijos. Con frecuencia, los padres de los adolescentes solamente notan los problemas y hasta caen en el hábito de darles solamente reacciones y críticas negativas. Tu hijo responderá mucho mejor si tu reacción a sus acciones es positiva. Tampoco exageres: si saca buenas notas, felicítalo y hasta piensa en premiarlo de alguna manera. Pero no le digas que es un genio, cuando sabes bien que no es cierto.
5. Apóyalo, pero dále campo libre: si tu hijo tiene que tomar una decisión, dale un consejo pero no decidas por él. Las consecuencias de nuestras acciones son las mejores maestras en la vida y ésa es una lección importante que tu hijo debe aprender por sí solo.
6. Ayúdalo a neutralizar sus sentimientos de ansiedad: si tu hijo te plantea una situación que le produce ansiedad o inseguridad (hablar ante su clase, lidiar con el rechazo de una amiga(o), por ejemplo), escucha con atención y no le restes importancia a sus sentimientos, aunque te parezcan exagerados. Cálmalo diciéndole que es normal sentirse ansioso ante una situación semejante o lo que haces tú para lidiar con tus nervios en una situación difícil: salir a caminar para despejar la mente, respirar profundamente, escuchar música que te haga sentir bien). Si el niño está pasando por una situación realmente difícil, como la separación de los padres u otro problema familiar, considera buscar ayuda profesional (el pediatra, el consejero de la escuela, o un terapista).
7. No lo ridiculices: aunque pienses que tu hijo exagera, para él el problema en realidad es enorme. Especialmente cuando se trata de sus sentimientos, debes demostrar respeto y consideración. Aunque se trate de algo simple como la queja cada mañana de que no tiene nada que ponerse o nada le queda bien, o el pelo está horrible, para un adolescente, una imagen mala de sí mismo es un gran problema. En lugar de decirle que no tiene razón y de que está equivocado(a), quizá puedes neutralizar la situación coincidiendo con él en que muchas personas se sienten así. Si te es posible, quizá puedan salir a a comprar un par de piezas que le gusten y así puede planear qué se puede poner la noche anterior y evitar la angustia la mañana siguiente.
8. No niegues sus sentimientos: es otra de las situaciones difíciles para los padres. Si el adolescente te dice que se siente feo(a) y que nada le queda bien, la primera reacción es decirle que no, que está equivocada(o) totalmente. Recuerda que los adolescentes a veces tienen una percepción distorsionada de sí mismos y también se encuentran bajo la presión de la publicidad y de la imagen que los medios o sus compañeros, les imponen. Sigue brindándole comentarios positivos siempre que sea posible.
Recuerda que la ansiedad y la inseguridad pueden también tener síntomas físicos. Estos pueden traducirse en dolores de cabeza, de estómago o falta de energía. Consulta con el pediatra para descartar cualquier otra causa o condición física que los pueda provocar.
Hay otras manifestaciones que debes tener en cuenta y que pueden indicar que el adolescente necesita ayuda profesional:
• Exceso de ansiedad
• Subida o pérdida de peso repentina
• Sentimientos de profunda tristeza
• Sus calificaciones bajan repentinamente
• Falta de motivación
• Baja auto estima
• Dificultad para dormir
Si notas varios de estos síntomas, pide ayuda de inmediato. La inseguridad excesiva, unida a sentimientos de baja autoestima puede conducir a comportamientos autodestructivos como el uso de drogas, de alcohol o trastornos como la bulimia y la anorexia.
De nuevo, te animo a armarte de paciencia y a recordar que la transición de niño a joven adulto no es fácil. Demuéstrale todo el amor que sientes a tu hijo(a) para que sepa que, aunque deba caminar por sus propios medios, tú irás a su lado.
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