Conocida como la hormona que regula el apetito, la leptina también influye en otros aspectos del organismo. Un nuevo estudio relaciona los niveles elevados de esta hormona con una disminución en la depresión y en la ansiedad, concretamente en las mujeres. Te invitamos a conocer estos hallazgos sobre el funcionamiento de la leptina.
Mientras que algunas personas pierden el apetito cuando están deprimidas, muchas otras tienden a comer compulsivamente cuando están tristes o ansiosas. ¿Alguna vez te has preguntado por qué ocurre eso? Una posible respuesta a esa pregunta podría estar relacionada con una hormona denominada leptina, que participa en la regulación del apetito y que también está asociada con los estados depresivos y la ansiedad.
El término leptina proviene del griego leptos, que significa delgado. Se utiliza para denominar a una hormona que se libera cuando la cantidad de grasa almacenada en la sangre aumenta y funciona como una señal que informa al cerebro que el cuerpo ya tiene bastante comida, disminuyendo el apetito y haciéndolo sentir satisfecho.
Así, esta hormona juega un papel importante en el control del peso de una persona. Muchos obesos, por ejemplo, tienen concentraciones elevadas de leptina en la sangre pero en la mayoría de los casos son resistentes a ella, lo que modifica la sensación de saciedad. Por el contrario, en personas delgadas, el nivel de leptina en general es bajo.
Desde su descubrimiento desde hace relativamente poco tiempo (1994), la mayoría de las investigaciones en torno a la leptina se han centrado en su papel como factor regulador del peso corporal. Estudios posteriores descubrieron que también influye en otros procesos del cuerpo, como la reproducción, las defensas, la formación de los vasos sanguíneos, el desarrollo de ciertas enfermedades crónicas como la diabetes y ahora también la depresión.
Un estudio reciente que se dio a conocer en el encuentro anual de la Sociedad de Endocrinología el pasado mes de junio en Boston, Estados Unidos, encontró que la leptina podría reducir el nivel de ansiedad y mejorar la depresión, al menos en las mujeres.
Para analizar el poder antidepresivo de la leptina, los investigadores del Hospital General de Massachusetts y la Escuela de Medicina de Harvard, también en Boston, consideraron los valores de producción de esta hormona en relación con síntomas de ansiedad y depresión en más de 60 voluntarias, entre las cuales algunas tenían anorexia nerviosa (una enfermedad que se produce cuando la persona voluntariamente deja de comer), otras tenían amenorrea (es decir que dejaron de menstruar, aunque no tenían problemas de peso), otras eran obesas sin problemas de salud y el resto no tenía problemas ni de peso ni de salud.
Así, tras analizar a las voluntarias, el equipo encontró que en ciertas condiciones en las cuales el nivel de leptina es típicamente bajo, como en la anorexia y la amenorrea, parece haber un aumento de ansiedad y de depresión. Asimismo, los niveles más altos de leptina se vincularon con una reducción en los síntomas de ansiedad y depresión, algo que resultó ser independiente del peso corporal de las mujeres.
Estos hallazgos significan un paso de avance en la comprensión del funcionamiento de esta hormona. Hacen falta futuras investigaciones que permitan determinar si la leptina puede usarse con éxito en el tratamiento en los casos de depresión. Confiemos que sí.
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