miércoles, 16 de marzo de 2011

El ritmo cardíaco y respiratorio de los niños no coincide con los intervalos de referencia actuales

Un estudio internacional revela la necesidad de actualizar el ritmo cardíaco y respiratorio de los niños, al variar dichos patrones en contraste con los intervalos de referencia actuales. Así lo indica una nueva investigación, publicada en la revista The Lancet, que subraya cómo cerca de la mitad de los niños sanos de 10 años padecen ritmos anormales según los rangos aceptados.

“Este descubrimiento sugiere que los intervalos de referencia actuales, basados en el consenso para los ritmos cardíacos y respiratorios, deberían actualizarse con nuevos límites, en especial para aquellos grupos de edades en los que existen grandes diferencias. Es probable que muchos niños no estén bien clasificados”, señalan los autores del estudio, que se publica hoy en la revista The Lancet.
Los investigadores han realizado 69 análisis con datos del ritmo cardíaco de unos 143.000 niños sanos y datos del ritmo respiratorio de casi 4.000 niños, y han obtenido nuevos intervalos que difieren de manera “considerable” de los rangos de referencia, utilizados para la evaluación pediátrica y la resucitación. Según los criterios actuales, por ejemplo, cerca de la mitad de los niños sanos de 10 años padecen ritmos anormales.

Sin embargo, Rosalind Smyth, investigadora del Instituto de Medicina Translacional de la Universidad de Liverpool (Reino Unido) considera “sorprendente” que el estudio no incluya diferencias entre sexos y advierte que “otros factores como el dolor o las aflicciones pueden aumentar el ritmo cardíaco”.

Los resultados de la investigación en niños muestran un declive en el ritmo respiratorio desde el nacimiento hasta el comienzo de la adolescencia. La caída más pronunciada se produce en los menores de dos años: las inspiraciones descienden desde una media de 44 por minuto al nacer a 26 por minuto a los dos años.

El ritmo cardíaco alcanza un pico a la edad de un mes: de los 127 latidos por minutos al nacer aumenta a 145 al cumplir un mes y después, desciende hasta los 113 latidos por minuto cuando los niños llegan a los dos años.
Según Smyth, “se deberían hacer nuevos estudios para saber dónde deberían establecer los límites clínicos para cada edad y ayudar a los médicos a distinguir entre ritmos cardíacos y respiratorios normales y anormales”.

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