jueves, 5 de mayo de 2011

Obesidad materna, factor de deficiencia hierro en recién nacidos

La obesidad materna está asociada con un bajo nivel de hierro en los neonatos y podría afectar el desarrollo cerebral, según un estudio presentado durante la reunión anual de las Sociedades Académicas de Pediatría en Denver, Estados Unidos.

La mitad de las mujeres de Estados Unidos en edad reproductiva son obesas. Al final del embarazo, la necesidad de hierro se cuadruplica, precisó la autora principal, Pamela Kling, especialista en neonatología de la University of Wisconsin en Madison.
Los bebés que nacen con bajo nivel de hierro en el organismo, comentó la experta, a menudo terminan en las unidades de terapia intensiva neonatal. Pero la obesidad era un factor de riesgo que no estaba en su lista.

Por casualidad, mientras conversaba con un hematólogo, Kling se enteró de que hay una alta tasa de anemia por deficiencia de hierro en las adolescentes obesas.
El equipo de Kling midió en 281 pares de madre-bebé el índice de masa corporal (IMC) de las mamás antes del parto y analizó la sangre del cordón umbilical para determinar el nivel de hierro en sangre de los bebés.
Los hijos de madres obesas (con IMC de 30 o más) eran significativamente más propensos a tener bajos niveles de hierro que los de mujeres con peso normal.

"La obesidad podría ser uno de esos factores de riesgo de la deficiencia de hierro en los neonatos que aun no habíamos comunicado a la población general", dijo Kling a Reuters Health.
"Si es así, tendríamos que asegurarnos de que la población lo sepa porque la deficiencia de hierro en la infancia está asociada con una alteración del desarrollo cerebral", agregó.
"Hasta los obstetras con los que trabajo lo desconocen y, entonces, no controlan a las embarazadas varias veces durante el embarazo para tratarlas si desarrollan anemia", señaló la autora.

Según Kling, los pediatras deberían empezar a controlar a esos bebés antes y con mayor regularidad que la que recomienda la Academia Estadounidense de Pediatría, que establece controlar a los niños entre los 9 y los 12 meses de edad.
"Si se detecta esa deficiencia de hierro en los bebés, se los puede tratar antes, y hay evidencias de que si se detecta antes de los 6 meses de vida, mejora la capacidad neurocognitiva del bebé, que no sufriría trastornos del aprendizaje como cuando la detección se realiza al año de vida", finalizó la autora.

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