Una de cada diez mujeres sufre de depresión en el embarazo o poco después de dar a luz, y las que han tenido un trastorno alimentario o han sufrido abuso físico o sexual son más propensas a desarrollar la afección, según un estudio reciente.
Esto significa que evaluar los problemas de salud mental debe convertirse en parte rutinaria de la atención prenatal, concluyeron investigadores de la Facultad de medicina de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill.
"El embarazo y el periodo postparto son momentos muy vulnerables para la mujer", y un momento ideal para una intervención, apuntó en un comunicado de prensa de la universidad la autora líder del estudio, la Dra. Samantha Meltzer-Brody, del Programa de Psiquiatría Perinatal de la UNC.
Los drásticos cambios en la forma del cuerpo de la mujer, además de su peso y niveles hormonales durante una importante transición vital, pueden ser especialmente difíciles para aquellas que tienen antecedentes de problemas psiquiátricos, añadió.
En el estudio, que aparece en la edición de junio de la revista Journal of Women's Health, los investigadores encuestaron a 158 mujeres embarazadas y después del parto que recibían tratamiento para la depresión. Encontraron que un tercio de las mujeres reportaban antecedentes de trastornos alimentarios, tales como atracones, bulimia y anorexia. Muchas también tenían un historial de abuso físico o sexual.
Los investigadores concluyeron que esos factores de salud mental podrían aumentar el riesgo de una mujer de depresión durante el embarazo o justo después del parto. También señalaron que los hallazgos podrían ayudar a los médicos a identificar a las pacientes en alto riesgo, y administrarles tratamiento antes de que la depresión relacionada con el embarazo cause daño a las mujeres, a sus hijos y/o a otros miembros de la familia.
"La evaluación de los proveedores obstétricos es realmente importante porque pueden derivar a las pacientes al tratamiento adecuado", comentó Meltzer-Brody. "Y eso puede evitar problemas duraderos para madre y bebé".
Las consecuencias a largo plazo de la depresión relacionada con el embarazo pueden ser significativas. Los hijos de madres deprimidas son más propensos a desarrollar problemas de salud mental, advirtieron los autores del estudio. Además, cuando una madre sufre de un trastorno alimentario, sus hijos también pueden estar en riesgo de desarrollar uno.
"El mensaje que debemos publicar es que estas cosas son increíblemente comunes y debe haber evaluación de rutina", enfatizó Meltzer-Brody. "[El embarazo] es un momento en que las personas están realmente motivadas para hacer cambios y obtener tratamiento, porque pueden haber consecuencias graves respecto a cómo le va a la mujer y a sus hijos".
Se calcula que en EE. UU. entre seis y ocho por ciento de las mujeres han sufrido de un trastorno alimentario, y que 25 por ciento han experimentado abuso físico o sexual.
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