Un estudio reciente halla que el aumento en el uso de tratamientos basados en evidencias para los ataques cardiacos, como medicamentos anticoagulantes y angioplastia rápida, han conducido a una reducción en las muertes.
Los investigadores utilizaron datos del registro sueco de atención coronaria sobre más de 61,000 pacientes que tuvieron un tipo particular de ataque cardiaco conocido como IMEST entre 1996 y 2007.
Según el estudio, durante esos doce años, el uso de tratamientos basados en evidencias, es decir, los que se había demostrado en estudios médicos aleatorizados a gran escala que funcionaban, se hizo más generalizado.
Los investigadores hallaron que eso correspondió con una reducción en las muertes por ese tipo de ataque cardiaco.
Entre 1996 y 2007, las muertes en el hospital en Suecia cayeron de 12.5 a 7.2 por ciento. Según el informe, las muertes al mes del ataque cardiaco se redujeron de 15 a 8.6 por ciento, mientras que al año cayeron de 21 a 13.3 por ciento.
El porcentaje de los pacientes que sufrió otro ataque durante su estadía en el hospital también se redujo de 4 por ciento al comienzo del estudio a 1 por ciento para el final.
Aunque esta investigación se realizó en Suecia, los expertos aseguraron que esperarían ver una tendencia similar en los EE. UU., en donde los tratamientos basados en evidencia se están implementando cada vez más en los hospitales del país.
"El uso combinado de terapias simples como la aspirina, los medicamentos para reducir el colesterol y las endoprótesis vasculares con balón se relacionaron con una reducción sustancial en la mortalidad", señaló el Dr. Debabrata Mukherjee, jefe de cardiología del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad Tecnológica de Texas. "Esperaríamos hallazgos similares en los EE. UU."
Mukherjee escribió un editorial acompañante al estudio en la edición del 27 de abril de la Journal of the American Medical Association.
Varias terapias se volvieron comunes entre 1996 y 2007, entre ellas muchas que restablecen rápidamente el flujo sanguíneo para prevenir más daño, un proceso que se conoce como reperfusión.
La más significativa de ellas es la intervención percutánea coronaria (IPC) primaria, también conocida como angioplastia con balón, en la que se introduce un catéter en una arteria obstruida y se infla un balón en el extremo interior. Usualmente, al retirar el tubo, se deja una endoprótesis, una estructura de malla metálica, para evitar que la arteria vuelva a estrecharse.
Cerca del 12 por ciento de los pacientes se sometieron a IPC primaria al comienzo del período del estudio. Para 2007, el 61 por ciento lo había hecho. (Primario implica que la IPC se realizó poco después de la llegada del paciente al hospital, usualmente dentro de los siguientes noventa minutos, explicó Mukherjee).
El porcentaje de personas que recibieron IPC o cirugía de derivación en un plazo de catorce días aumento de diez a 84 por ciento.
Además, el uso de medicamentos anticoagulantes y anticolesterolémicos también aumentó sustancialmente durante el período del estudio, anotaron los autores del estudio.
El uso de inhibidores de la glicoproteína IIb/IIIa (inhibidores de plaquetas) aumentó de 0 a 55 por ciento, el uso de clopidogrel (un anticoagulante) aumentó de 0 a 82 por ciento, el uso de estatinas pasó de 23 a 83 por ciento, y el uso de inhibidores de la ECA o de bloqueadores del receptor de la angiotensina II (BRA, utilizados para reducir la presión arterial) aumentó de 39 a 69 por ciento, según el informe del Dr. Tomas Jernberg y sus colegas del Instituto Karolinska de Estocolmo.
Aún así, hubo diferencias entre los hospitales en si los pacientes recibieron o no las terapias recomendadas. Existe un problema similar en los EE. UU., según Mukherjee.
"Las terapias basadas en evidencias toman algún tiempo antes de incorporarse en la práctica clínica diaria", explicó Mukherjee. "Puede tomar años o meses. Vemos los mismos en los Estados Unidos. Algunos hospitales son muy buenos y otros, no tanto".
Las directrices basadas en evidencias de Europa para la atención de IMEST son similares a las desarrolladas en los EE. UU. por el Colegio estadounidense de cardiología (American College of Cardiology) y por la American Heart Association, AHA, aseguró Fred Kushner, uno de los autores de las directrices del ACC y la AHA.
"Han demostrado muy bien que cumplir con la terapia recomendada por directrices, que nos esforzamos mucho por promulgar en los EE: UU., conduce a mejores resultados", aseguró Kushner.
A pesar de los logros, queda mucho por hacer, agregó Mukherjee. La IPC primaria en un laboratorio de cateterismo es la manera más eficaz de tratar un IMEST, dijo. "Idealmente, debería ser el 100 por ciento (que reciba el tratamiento)", anotó. "Cuanto más hagamos, más vidas salvaremos".
Los pacientes también deben tener en cuenta que deben llamar al 911 si experimentan síntomas de ataque cardiaco, como opresión y dolor en el pecho, falta de aire y fatiga. Obtener tratamiento rápidamente puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte, señaló Kushner.
"Uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos es que los pacientes podrían no reconocer que están teniendo un ataque cardiaco y podrían no llamar a los servicios médicos de emergencia apropiados para que los lleven al hospital apropiado", apunto Kushner. "No espere. No llame al vecino. Llame a la ambulancia".
Según la American Heart Association, en los EE. UU., cerca de 400,000 personas sufren un ataque cardiaco IMEST al año.
jueves, 28 de abril de 2011
La atención del ataque cardiaco basada en evidencias reduce las muertes, según un estudio
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