Permanentemente las asociaciones del mundo se ocupan de actualizarse con respecto a las medidas que pueden tomarse para trabajar en la prevención de diversas enfermedades. Para eso se basan en el análisis de casos, y también en la historia de cada patología. Una vez analizados todos esos datos, el objetivo es informar a los médicos para que éstos sepan cómo proceder.
En este sentido, recientemente la American Heart Association y la American Stroke Association dieron a conocer una nueva guía para la prevención de los accidentes cerebrovasculares o stroke.
"La Guía para la Prevención Primaria del ACV para profesionales, revisa la evidencia en factores de riesgo de ACV establecidos y emergentes, y provee recomendaciones basadas en la reducción del riesgo de un primer ACV", informaron los voceros de ambas asociaciones.
PAUTAS
"Para armar esta guía se evaluaron pautas que sirven para calcular el riesgo que una persona tiene de sufrir un primer ACV. Para eso se analizaron los factores de riesgo, que fueron clasificados de acuerdo a su potencial de modificación -no modificable, modificable o potencialmente modificable- y la fortaleza de la evidencia: bien documentada o menos bien documentada", explicó por su parte el doctor Pedro Lylyk, médico neurólogo y director Médico de ENERI y Clínica La Sagrada Familia
"Los factores de riesgo no modificables incluyen edad, sexo, bajo peso al nacer, raza o etnia, y predisposiciones genéticas. Acerca de este último tema, se considera que obtener información sobre la historia familiar puede ser útil para identificar a las personas que pueden tener mayor riesgo de ACV".
"Respecto de ellas, completó el especialista, es razonable realizar estudios no invasivos de aneurismas intracraneales, siempre y cuando se trate de pacientes con dos o más familiares de primer grado con aneurismas".
Por su parte, entre los factores de riesgo modificables se cuentan la hipertensión, la exposición al humo del cigarrillo, la diabetes, la fibrilación auricular y cierto tipo de condiciones cardíacas, la dislipidemia, la estenosis en la arteria carótida y la terapia hormonal postmenopáusica.
Además, es importante que todas las personas, pero sobre todo aquellas con predisposición genética, controlen la dieta y eviten el sedentarismo, que es uno de los principales predisponentes de la obesidad y la localización abdominal de la grasa.
"Entre los menos documentados -es decir que hay menos datos- se incluyen el síndrome metabólico, el exceso de consumo de alcohol, el abuso de drogas, el uso de anticonceptivos orales, los desórdenes de respiración durante el sueño y la migraña, entre otros", concluyó Lylyk.
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