miércoles, 26 de enero de 2011

Cambiar el comportamiento de los padres podría ayudar a los niños obesos a perder peso

Es difícil ayudar a los niños que tienen exceso de peso a perderlo, pero evitar que vuelvan a aumentar de peso si lo han perdido es aún más difícil. Sin embargo, según un estudio australiano, los niños obesos cuyos padres tomaron clases sobre la importancia de comer saludablemente y hacer ejercicio perdieron peso y no volvieron a recuperarlo durante los dos años siguientes.

Los investigadores aseguraron que el estudio muestra que dirigirse a los padres, en lugar de a los hijos, puede ayudar a evitar el aumento de peso de los niños entre cinco y nueve años.

"Consideramos que tiene sentido desde el punto de vista del desarrollo involucrar únicamente a los padres", aseguró Anthea Magarey, autora líder del estudio y asociada principal de investigación en nutrición y dietética de la Facultad de medicina de la Universidad de Fliders en Adelaida, Australia, en donde se realizó el estudio. "Le quita el estigma a los niños y apoya un método que involucre a la familia entera.

Los hallazgos del estudio fueron publicados en línea antes de la edición de febrero de Pediatrics.

Para los niños pequeños, los padres tienen muchísimo que ver con sus hábitos de alimentación y ejercicio, explicó Magarey. Los niños todavía pasan la mayor parte de su tiempo en casa y comen la mayor parte de sus comidas en ella. Los padres compran y preparan los alimentos, y deciden cuánto pueden comer los niños. Son responsables por darles oportunidades de estar activos y establecen reglas sobre el uso de la televisión y los videojuegos.

Los investigadores reclutaron principalmente a las madres de 169 niños moderadamente obesos o con sobrepeso de entre cinco y nueve años en un curso de seis meses de "estilo de vida saludable", en el que se enseñó a los padres acerca del tamaño de las porciones, a leer las etiquetas de datos nutricionales, a dar buen ejemplo a sus hijos y a establecer límites. (La mitad de los padres tomó también un curso sobre paternidad, aunque los autores del estudio hallaron poca diferencia entre los dos grupos).

Al final de seis meses, el índice de masa corporal de los niños (una proporción entre la estatura y el peso) se redujo en promedio diez por ciento, lo mismo que la circunferencia de su cintura. Los investigadores hallaron que dieciocho meses más tarde, los niños no habían aumentado de peso nuevamente.

En los EE. UU., cerca del diecisiete por ciento de los niños y adolescentes entre los dos y los diecinueve años son obesos, cifra que ha estado aumentando desde los setenta, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.

Cerca del 24 por ciento de los niños estadounidenses de entre 2 y 5 años tienen exceso de peso, lo que significa que su IMC está en el percentil 85 o superior para su edad y estatura. La cifra aumenta a 33 por ciento entre los niños de entre 6 y 11 años, según los CDC.

Luego de las sesiones de estilo de vida saludable, los padres dijeron que se sentían más cómodos negándose a las exigencias de sus hijos, estableciendo límites a los tipos de comidas que podían consumir, al tiempo que podían pasar viendo televisión o jugando videojuegos, y estableciendo consecuencias por romper las reglas.

Los padres evaluaron sus propios patrones dietéticos y establecieron sus propias metas de cambio, como limitar la televisión a no más de dos horas diarias, participar en actividades familiares más activas y hacer cambios pequeños en su dieta, cosas que pueden lograr mucho, por ejemplo comer más frutas y verduras, consumir productos lácteos bajos en grasa y tomar menos bebidas endulzadas con azúcar, como gaseosas.

Kathy Kolasa, profesora de servicios de nutrición y educación de pacientes de la Universidad del Oriente de Carolina en Greenville, Carolina del Norte, aseguró que no considera que los niños tengan que ser excluidos de los programas de prevención de la obesidad por el riesgo de estigmatización.

Pero asegurarse de que los padres sepan sobre nutrición, el tamaño de las porciones y sobre cómo asegurarse de que sus hijos realizan suficiente actividad física es crítico.

"En mi experiencia, hay muchos padres que me dicen que saben cómo alimentar a sus hijos y que están comiendo de manera saludable", aseguró Kolasa. "Cuando analizamos su dieta, les sorprende que no están siguiendo ni suministrando porciones apropiadas para la edad ni alimentos saludables para sus hijos".

En cuanto a los padres que participaron en el estudio, su peso no cambió en esos dos años.

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