martes, 15 de febrero de 2011

Morir de amor en México

Cuando terminó su matrimonio de diez años, Alejandra pensó que iba a morir. Y fue literal: un día sintió que una mano le apretaba el pecho y le impedía respirar, síntoma parecido a un infarto.

Asustada, acudió a un hospital donde le diagnosticaron una profunda depresión por la pérdida de su pareja.
Un tema que es frecuente en México, donde millones de personas sufren estrés emocional que suele derivar en trastornos físicos, algunos graves.

Si bien los especialistas dicen que no es posible morir de amor, quienes padecen este problema tienen cuatro veces más posibilidades de sufrir un infarto.

Además, la depresión afecta al sistema inmunológico, causa agotamiento y provoca pensamientos negativos, como el suicidio.

Es una condición que supera al trastorno mental, explica Xóchitl Duque Alarcón, especialista de los Servicios de Atención Psiquiátrica de la Comisión de Salud Mental.

“Se pueden producir factores o sustancias que alteran la coagulación, y eso se asocia con el factor de riesgo cardiovascular”.
De acuerdo con cifras oficiales, el 15% de la población adulta de México, unas 12 millones de personas, padecen estrés emocional vinculado a la pérdida de una persona querida.

Corazones rotos
El malestar que provoca una desilusión amorosa es real, e incluso existe el llamado Síndrome del Corazón Roto, un padecimiento que se presenta en pocos casos y cuyo nombre real es cardiopatía de Takotsubo.

Quienes lo padecen suelen tener todos los síntomas de un ataque cardíaco, pero en realidad es una ansiedad extrema causada por la depresión.

Aparece generalmente después de algún conflicto emocional, como la pérdida de un hijo o la separación de una pareja.

No es un padecimiento frecuente, porque lo más común es la depresión que también suele derivar en trastornos a la salud.
“No puede separarse la condición mental y física en las personas”, explica Duque Alarcón.

Migraña
Las consecuencias del estrés emocional son distintas en cada persona.

Alejandra cuenta que durante casi un año sufrió problemas de migraña, perdió 25 kilos de peso y tuvo una fuerte infección en los riñones. Se alimentaba sólo de leche y fumaba 45 cigarrillos al día.

También se sentía completamente agotada. Durante meses no soportaba el contacto con la luz y con mucha frecuencia tenía la sensación de que el ojo izquierdo podría estallarle.

Se volvió irascible. Cuando fue hospitalizada se arrancó de la vena el suero que le habían colocado para hidratarla.

“Dormía y dormía. Al despertar le pedía a Dios que mejor me matara, porque lo que quería era descansar”.

Después del falso ataque cardíaco y la infección urinaria, Alejandra se acercó al grupo de ayuda emocional, Relaciones Constructivas, donde le ayudaron a superar su depresión.

Ahora dice que es otra mujer, e incluso firmó la separación legal de su marido, algo que no había sido capaz de hacer en tres años y medio.

Tuvo suerte. Según los especialistas, sólo el 20% de quienes padecen trastornos físicos provocados por la depresión solicitan ayuda profesional.

Algunos, cerca del 6%, no logran salir adelante y se suicidan.

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