domingo, 6 de febrero de 2011

Fraude médico deja de ser un delito sin rostro

El fraude en los cuidados médicos solía ser un delito sin rostro... hasta ahora.

Esta fotocomposición divulgada por el FBI el 13 de octubre del 2010 muestra a 10 presuntos defraudadores del sistema de salud. El gobierno busca atrapar con más frecuencia a quienes cometen estos delitos, y ha solicitado la ayuda del público para ello (AP Foto/FBI, archivo)
Los fraudes perpetrados con el sistema de seguro médico de los jubilados, Medicare, y el de los menesterosos, Medicaid, cuesta a los contribuyentes más de 60.000 millones de dólares anuales, pero el atracador medio de un banco seguramente recibe más atención de los órganos de seguridad del estado. Solicitar la ayuda pública para capturar a más de 170 fugitivos el gobierno ha creado una nueva lista de los mas buscados en este campo del delito, con su propia página de internet.

Entre los integrantes de la nueva lista figura Leonard Nwafor, convicto hace un par de años en Los Angeles de cobrar a Medicare más de un millón de dólares por la venta de sillas de ruedas motorizadas que los beneficiarios no necesitaban. Uno de los que recibió una silla de ruedas era un ciego que posteriormente declaró que no podía ver para manejarla.

Ante la posibilidad de terminar en una prisión federal, Nwafor desapareció antes de ser sentenciado.

"Buscamos nuevas formas para atrapar a estos prófugos", dijo Gerald Roy, subinspector general de investigaciones del Departamento de Salud y Recursos Humanos. "Si alguien entra en un banco y roba 3.000 o 4.000 dólares, saldría en todos los periódicos. Esa gente logra hacerlo desde una posición mucho menos relevante, pero siguen teniendo un tremendo impacto".

Pese a que las sillas de ruedas motorizadas oscilan entre los 1.000 y los 7.000 dólares cada una, la trama de Nawfor era de las más bajas en comparación de otros delincuentes que encabezan la lista de más buscados.

Las hermanas Clara y Caridad Guilarte presuntamente cobraron 9 millones de dólares a Medicare en facturas falsas y fraudulentas por costosos fármacos que nunca fueron suministrados a los pacientes. Fueron acusadas de ofrecer dinero y otras recompensas a los beneficiarios para que visitaran su clínica en Dearborn, Michigan, donde firmaban formularios estipulando los servicios recibidos, pero que nunca obtuvieron.

Un presunto cómplice fue detenido recientemente en la República Dominicana, pero las hermanas siguen prófugas.

Otra prófuga, Susan Bendigo, es acusada de cobrar al programa Medicaid de California 17 millones de dólares en cuidados con enfermeras, gran parte por personal que carecía de las necesarias licencias.

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