viernes, 4 de febrero de 2011

Un estudio plantea que entre más trabaja la madre, más pesan sus hijos

Como si las madres trabajadoras no tuvieran ya razones para sentirse culpables, un nuevo estudio sugiere que entre más tiempo pasan trabajando, más sobrepeso tienen sus hijos.

Investigadores de la American University, la Universidad de Cornell y la Universidad de Chicago analizaron los datos de 900 niños en edad escolar y encontraron que el tiempo acumulado que una madre dedicaba al trabajo se relacionaba con un aumento pequeño aunque medible en el índice de masa corporal (IMC) del niño, una medida que toma en cuenta la estatura y el peso.
La investigación, financiada por el Instituto Nacional Eunice Kennedy Shriver de Salud Infantil y Desarrollo Humano (NICHD), aparece en la edición de enero y febrero de Child Development.

"Es importante hacer énfasis en lo que parecen ser factores ambientales relacionados con el tiempo total que las madres dedican a su trabajo y no al empleo de la madre en sí, que contribuyen a incrementar el IMC de los niños", apuntó la autora del estudio Taryn W. Morrissey, profesora asistente de administración y política pública de la American University.

Sorprendentemente, no hubo ninguna evidencia de que el aumento en el IMC se relacionara con ver más televisión, una disminución en la actividad física, o más tiempo sin supervisión.

Los investigadores concluyeron que podrían haber cambios en los hábitos alimenticios y patrones de sueño de los niños (factores que no se incluyeron en los datos) que dan cuenta de las variaciones del IMC. "Aunque no pudimos identificar ningún factor medioambiental específico, está claro a partir de otras investigaciones que la nutrición y el sueño son importantes", apuntó. "Así que una posible implicación de la política sería hacer más por ayudar a los padres trabajadores a encontrar formas más fáciles de preparar alimentos saludables".

Morrissey y sus colegas analizaron datos del Estudio sobre atención de la primera infancia y desarrollo juvenil del NICHD, que se inició en 1991 y en el que participaron cerca de 1,300 recién nacidos en diez ciudades de todo el país. Para este estudio, examinaron los datos de 900 niños recopilados a partir de entrevistas en persona y por teléfono a alumnos de tercero, quinto y sexto grado. Además, analizaron la situación y horario laboral de las madres desde que sus hijos tenían 3 meses de edad.

"Para un niño de tercer grado de estatura promedio, el incremento en el IMC fue equivalente a entre poco más de medio kilo y casi un kilo (una libra y media o dos) de lo que un niño aumentaría normalmente en un año", señaló Morrissey.

El efecto fue aún más acentuado entre los niños de quinto y sexto grado. "Es posible que debido a que los niños de quinto y sexto grado tienen por lo general más independencia y menos supervisión adulta sobre el uso de su tiempo y las elecciones alimenticias que los de tercer grado, el trabajo de la madre precipite la mala elección de los alimentos y de actividades sedentarias", escriben los autores.

Alison E. Field, investigadora en obesidad y profesora asociada de pediatría de la Facultad de medicina de Harvard, dijo que el estudio pone de relieve los desafíos que enfrentan todos los padres que trabajan mientras hacen malabares con las exigencias de sus responsabilidades familiares y laborales, y que una consecuencia podría ser depender demasiado de alimentos procesados ricos en calorías.

Aunque, agregó, los principales hallazgos de los investigadores "deberían tomarse con cierta duda".

"Por una cosa, no sabemos por qué estas madres entraban y salían de la fuerza laboral", apuntó Field. "Algunas mujeres eligen volver al trabajo y otras lo hacen porque necesitan ingresos. La razón por la que trabajan las madres puede tener un impacto muy diferente en cómo comen sus familias, y esto fue pasado por alto en el estudio".

Otra limitante del trabajo, destacó Field, es que debido a que los niños fueron estudiados en torno a la pubertad, es posible que otros factores del desarrollo sean responsables de los cambios en el IMC.

Sin embargo, Field estuvo de acuerdo en que el mensaje final para los padres que trabajan es que "necesitan pensarlo dos veces antes de dar a sus familias alimentos procesados y preempacados".

El estudio no investigó el papel que jugaba el trabajo del papá en la salud física de los niños, lo que según Morrissey no sorprende.

"Los datos que analizamos son de principios de los 90 y un estudio de la situación actual podría tener diferentes patrones laborales para los papás", apuntó. "Por otra parte, aunque los papás de hoy en día participan más en actividades como la atención de los niños, las tareas de limpieza y la cocina, parece que las madres trabajadoras siguen cargando con las responsabilidades familiares".

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