martes, 8 de febrero de 2011

El acoso escolar podría estar motivado por el deseo de popularidad

Una investigación reciente sugiere que los adolescentes que ya son populares, pero desean ser más admirados, son los que tienen más probabilidades de intimidar a otros niños.

Al parecer los niños creen que intimidar a otros mejorará su reputación ante sus compañeros, según el estudio que aparece en la edición de febrero de la revista American Sociological Review.

Los investigadores preguntaron a 3,700 alumnos de octavo, noveno y décimo grados de tres condados de Carolina del Norte por su comportamiento hacia otros niños y la frecuencia con que eran objeto de agresión física, agresión verbal (como burlas o amenazas), rumores o intimidación indirecta (como el ostracismo). A los adolescentes también se les preguntó con qué frecuencia tenían estas actitudes hacia un compañero.

El equipo de investigación, que dio seguimiento a los estudiantes en el transcurso del año escolar, también le pidió a los niños que escribieran el nombre de sus cinco mejores amigos, luego usaron estos datos para determinar qué niños eran los más populares y el centro de la red social de la escuela.

Los niños que se encontraban en la parte superior de la jerarquía social de la escuela, pero no en la parte más alta, eran los más propensos a molestar o a ser agresivos hacia los demás.

"El estatus social aumentaba la agresión", señaló el autor principal del estudio Robert Faris, profesor asistente de sociología de la Universidad de California en Davis. "Durante mucho tiempo, la gente percibió la agresión como una reacción a problemas de inadaptación familiar o problemas de salud mental, pero nuestra investigación coincide con la hipótesis de que es el punto desagradable de las jerarquías sociales. La agresión se percibe como una forma de avanzar".

De hecho, el acoso escolar alcanzó su punto máximo en el percentil 98 de popularidad y luego descendió para los niños más populares (el dos por ciento superior), quizá porque ya no sentían la necesidad de poner a otros contra las cuerdas para mejorar su estatus social.

El índice promedio de agresión, o el número de compañeros que molestaban o intimidaban, de los niños en el percentil 98 era 28 por ciento mayor que el de los estudiantes que estaban en la parte más baja del escalafón de popularidad y 40 por ciento mayor que el de los estudiantes que estaban en la parte más alta.

"La agresión podría ser contraproducente cuando se está en la cima de la popularidad", apuntó Faris. "Podría ser una señal de inseguridad con la posición social. Si estás en la cúspide de la popularidad, puedes obtener muchos más beneficios por ser amable".

Los niños que están en la parte más baja del escalafón de popularidad acosaban muy poco a otros niños, probablemente porque no contaban con el poder para intentarlo, señaló Faris.

Quizá la buena noticia es que cerca del 67 por ciento de los niños no eran agresivos ni malos con otros. Del 33 por ciento que sí lo eran, molestaban en promedio a cerca de dos compañeros.

El número máximo de niños intimidados por cualquiera de los alumnos era nueve, pero los niños que eran objeto de intimidación eran molestados por 17 de sus compañeros, hallaron los investigadores.

"La agresión se puede concentrar en unos cuantos niños", apuntó Faris.

Las niñas y los niños eran igual de propensos a intimidar a otros. Los niños que ascendían en la jerarquía social también aumentaban su agresión.

Así pues, ¿qué se puede hacer al respecto? En lugar de centrarse únicamente en los acosadores o sus víctimas, los programas también deberían incluir a la mayoría silenciosa que no está implicada, pero cuyo apoyo tácito podría estimular el acoso. "Los espectadores son los que dan a la gente su estatus, y pueden decidir si premian o castigan la agresión", señaló Faris.

Richard Gallagher, director del Instituto de Crianza del Centro de Estudios Infantiles de la Universidad de Nueva York, dijo que la investigación coincide con estudios anteriores que vinculan el acoso con la popularidad.

"Otros estudios indican que los niños populares son los más propensos a estar implicados con las burlas y a veces con el acoso", señaló Gallagher. "Esto establece su estatus y muchas veces los niños que lo observan creen que es merecido y justificado".

Este estudio no midió si el abuso mejoraba verdaderamente el estatus Lo llamativo es que los estudiantes creen que sí, escriben los autores. Sin embargo, apuntaron que los hallazgos, que se basan en 19 escuelas rurales o de pueblos pequeños, podrían no replicarse en otras áreas.

El acoso escolar es el responsable de que 160,000 estudiantes estadounidenses falten a la escuela cada día, de acuerdo con la información de respaldo del estudio. A los niños que son objeto de acoso se les debe enseñar a ser asertivos, pero también a informar a sus padres y a las autoridades de la escuela si el acoso se va de las manos, señalan los expertos.

"Los padres necesitan saber que esto puede pasar. Tienen que enseñar a sus hijos a valerse por sí mismos y a no ser tan frágiles cuando se trata de bromas", apuntó Gallagher. "Al mismo tiempo, debemos estar atentos a los excesos".

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